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Réquiem prematuro por el liberalismo

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A Donald Trump se le ve como un síntoma del repliegue de la globalización y la democracia liberal. La crisis quebrantó la fe en los mercados autorregulados, y China demostró que la prosperidad puede coexistir con una libertad personal limitada. Antes, los presidentes de EE UU al menos profesaban valores básicos como los flujos libres de comercio y capital y el imperio de la ley.

El economista de HSBC Stephen D. King dice en el libro Grave New World (Un mundo peligroso) que el capitalismo global podría ir en retroceso. Lo que está claro es que Occidente se está volviendo menos importante, en beneficio de los países en desarrollo. El aparente final de la globalización puede ser en realidad un cambio de poder.

Tanto King como el columnista del Financial Times Edward Luce, excorresponsal en India y autor de The Retreat of Western Liberalism (El retroceso del liberalismo occidental), son muy conscientes de que el centro de gravedad económico está yendo hacia el este.

Pero el orden financiero y la democracia liberal no son necesariamente interdependientes. Los países que buscan la integración global deben sacrificar parte de su soberanía –como Grecia. Visto así, un retroceso de la globalización podría ser bueno para la democracia, pero está por ver que esta pueda funcionar en las envejecidas economías poscrecimiento. Además, la elección de Trump parece un rechazo tanto a la globalización como a los valores liberales.

Hay puntos de luz. La mayoría de votantes de la UE apoyan el consenso liberal. India tiene una democracia pujante, y China carece de una visión atractiva para otros países. Pero está claro que el capitalismo occidental necesita mejores apoyos. Da la impresión de que algunos empresarios y banqueros de EE UU que apoyan a Trump porque ha prometido recortar impuestos y regulación no estarían muy incómodos en un estado policial hipercapitalista.

Cuando cayó el Muro, muchos se apresuraron a proclamar que las ideas occidentales habían triunfado. Fue un error, pero también lo sería reaccionar en exceso al trumpismo. Casi cualquier alternativa imaginable es peor. Es demasiado temprano para escribir un réquiem.

Por El economista de HSBC Stephen D. King