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¿Hay polarización en Chile? Un punto de vista escéptico

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Los estudios sobre si en nuestro país ha aumentado la polarización son aún incipientes y no exentos de complicaciones. En parte, por la desidentificación de la población con los partidos y conglomerados políticos. Sin embargo, otra manera de aproximarse a esta discusión es medir la polarización de la población en asuntos ampliamente debatidos en la coyuntura. Las diferencias de opinión en torno a la gratuidad en educación superior, el aborto y el matrimonio igualitario muestran que la polarización de la que habla la élite no parece ser un fenómeno extendido en la población.

Ronda en diversos círculos la idea de que el país se ha polarizado en los últimos años. Hay, sin duda, algún grado de crispación en la deliberación pública, pero a partir de esta observación es difícil arribar a una conclusión definitiva. Por cierto, no es fácil medir polarización. Una manera habitual de estudiar este fenómeno es acudir a mediciones de “resentimiento”, esto es la percepción que se tiene sobre los adversarios partidarios, ideológicos o electorales. Así, por ejemplo, la distancia entre la evaluación del partido (candidato o posición ideológica) con la que se identifica la persona y la del partido (candidato o posición ideológica) define el grado de polarización. Si ésta es acotada no hay evidencia de polarización. En cambio, si es muy elevada se estaría en presencia de este fenómeno. Por cierto, las mediciones de polarización se han ido sofisticando (sobre esto se puede ver el blog) y es un asunto en constante evolución. En nuestro país, los estudios en esta dimensión son aún incipientes y presentan complicaciones evidentes, toda vez que la identificación con partidos, corrientes ideológicas e incluso figuras políticas se han reducido significativamente en las últimas décadas.

Con todo, la percepción entre diversos analistas es que estamos en presencia de mayores grados de polarización. Ésta es moldeada por diversos factores y está lejos de ser un fenómeno exógeno a las instituciones políticas existentes formales e informales. Hay, por ejemplo, argumentos que apuntan a que tanto el sistema electoral binominal como el voto voluntario pueden ser elementos que han contribuido a este fenómeno (obviamente el primero ha dejado de ser relevante hacia el futuro). Estos se fundamentan en que ambas instituciones promoverían el voto duro. En el primer caso, porque incentiva habitualmente la competencia al interior de la lista (doblar en un distrito es la mayoría de las veces muy difícil). En el segundo, porque es más fácil movilizar al voto comprometido antes que a los electores moderados. Por cierto, hay contraargumentos en ambas situaciones. Por ejemplo, respecto de la segunda se dice que el mundo político tiene ahora la tarea de cautivar al electorado para llevarlo a las urnas y que los grandes grupos de votantes son habitualmente moderados y, por tanto, los políticos convergen hacia ellos reduciendo la polarización.  Es, entonces, una cuestión empírica.

Al respecto, una interesante investigación de Fábrega et. al., establece que en Chile habría estado produciéndose un fenómeno de polarización. En dicho estudio deducen las posiciones ideológicas de las personas a partir de la evaluación de distintas figuras políticas que ellas hacen en la Encuesta CEP entre los años 1990 y 2014. Por cierto, asumiendo que ellas serán más generosas con los políticos con los que se sienten más cercanas y menos con los políticos que se sienten más lejanos. Las diferencias en evaluaciones permitirían arribar indirectamente a las posiciones ideológicas de las personas. Las de los partidos o conglomerados se deducen calculando el promedio ponderado de los encuestados que se identifican con estas organizaciones. La evidencia producida por este estudio muestra que a partir de inicios de los 2000 las posiciones ideológicas se han distanciado, sugiriendo una polarización creciente. Hay que destacar que estos hay que considerarlos como resultados tentativos, toda vez que a lo largo del período estudiado se produce una creciente desidentificación de la población con partidos y conglomerados políticos. De este modo, quienes siguen identificándose con ellos son personas “más militantes” que siempre han tenido la postura ideológica que ahora exhiben. Así, sería un efecto de cambio de la composición de los simpatizantes, más que un reflejo de una polarización mayor en la población. Con todo, esa realidad cambia la forma de actuar de los partidos y conglomerados y los efectos políticos pueden ser similares.

Ahora bien, otras formas de acercarse a estudiar si existe una polarización muy elevada es analizar las diferencias de opinión que existen en la población en asuntos que están siendo ampliamente debatidos en la coyuntura. En principio, sobre todo si son asuntos que son levantados principalmente por un sector político o ideológico, se puede sospechar que se ha polarizado la discusión. La tabla N. 1 presenta la opinión de la población respecto de la gratuidad en educación superior para distintos grupos demográficos. Este es un asunto que ha sido ampliamente debatido en Chile en los últimos años y que ha sido levantado con especial fuerza por el Oficialismo.

Tabla 1 ¿Cree usted que las universidades debiesen ser gratuitas para todos los estudiantes o solo los estudiantes de las familias de menores recursos?           Fuente: Encuesta CEP Noviembre Diciembre 2016

 

Puede comprobarse que no hay mayores diferencias respecto de esta materia en distintos grupos de personas. En general, todos ellos, por márgenes distintos, privilegian la gratuidad para los estudiantes de familias de menores ingresos, salvo en las personas de Izquierda que están completamente divididos con respecto a esta pregunta. Es sorprendente que la distribución de opiniones de quienes aprueban la forma en que la Presidenta Bachelet ha conducido su gobierno prácticamente no difiera de los que desaprueban esa forma. Algo parecido ocurre cuando la población ahora es separada entre las personas que prefieren a Sebastián Piñera Y Alejandro Guillier como Presidente a partir del próximo gobierno. Es decir, a pesar de que los distintos sectores políticos tienen muy encontradas en esta dimensión y prácticamente no manifiestan matices nada de ello ocurre cuando se “disecciona” a la población según orientaciones políticas o ideológicas.

En la Tabla N. 2 hacemos el mismo ejercicio, pero ahora para el aborto. Nuevamente, ésta es una dimensión que ha sido especialmente debatida por las élites políticas con posiciones muy encontradas. Hay aquí algunas diferencias más fuertes que en el caso de la gratuidad, pero alguna forma de aborto tiene respaldo en todos los grupos considerados. Es difícil concluir, por tanto, que sobre este asunto la población esté en posiciones muy antagónicas. Más bien, hay que llamar la atención sobre el hecho que los matices expresados por la población no encuentren eco en los representantes políticos, particularmente en el mundo de la centroderecha. En efecto, tanto los que se identifican con esta corriente ideológica como entre las personas que prefieren a Piñera como próximo Presidente la mayoría se inclina por permitir el aborto en casos especiales. Salvo una excepción en la Cámara y otra en el Senado esta posición no tuvo acogida entre los congresistas de Chile Vamos.

Tabla 2 Opinión sobre el aborto
Fuente: Encuesta CEP Abril-Mayo 2017

Un último ejercicio en esta línea presenta las opiniones sobre el matrimonio igualitario. Aquí aparecen diferencias un poco más marcadas, sobre todo entre los que se identifican con la izquierda o son partidarios de Guillier y los demás grupos analizados.

Tabla 3 ¿Qué tan de acuerdo o en desacuerdo está Ud. con que la ley en Chile permita el matrimonio de dos personas del mismo sexo?
Fuente: Encuesta CEP Abril-Mayo 2017

Sin embargo, sería un despropósito sostener que son brechas muy agudas como para afirmar con convicción que hay aquí alguna evidencia de polarización. Estas tres tablas más bien muestran que si se eligiera aleatoriamente a una persona en Chile y se le preguntara por sus opiniones en estas tres materias no podría concluir con un margen de error razonable su pertenencia a un sector político o ideológico en particular. Eso sugiere que la población en nuestro país no está especialmente polarizada, sobre todo porque no se puede olvidar que estos asuntos han dividido de manera relevante a la élite del país. La falta de matices en esta élite es quizás una prueba más de la distancia que existe entre ella y la población. La crispación, entonces, que se denuncia parece concentrarse en grupos muy pequeños que no son representativos de los residentes de nuestro país

Por: Harald Beyer

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