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Cada uno tiene sus razones

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Cuando en política o en discusiones valóricas tendemos con mucha facilidad a descartar el punto de vista que no nos cae bien, porque nos parece “limitado”, “superficial”, “interesado”, “torpe” o “primitivo”, The Righteous Mind nos invita a mirar con más distancia nuestras convicciones y hacer un mejor esfuerzo por entender las del otro. Un libro recomendado.

The Righteous Mind, de Jonathan Haidt, ya lleva cinco año en el mercado, pero aún no es tarde para leerlo. Cuando la discusión pública parece cada día más polarizada, Haidt enrega herramientas muy útiles para entender por qué existen grupos y creencias tan afianzadas entre nosotros. Mejor aún, entrega herramientas para entender por qué tanto conservadores como liberales, ateos como religiosos, individualistas como comunitarios, capitalistas como progresistas son necesarios para construir una sociedad equilibrada. Haidt es una de las estrellas actuales de la sociología social en Estados Unidos. En éste, su segundo libro, desde la sicología evolutiva y partir de mucha investigación y bibliografía, explica por qué creemos en lo que creemos y de dónde viene nuestra tendencia a pensar y actuar de determinada manera, especialmente en el terrenos de los valores y, en consecuencia, de la política. No puede resumirse aquí —ni debiera— las casi 500 páginas del libro, que, por cierto, están escritas en un inglés muy claro, simple y agradable de leer, pero sí diremos que Haidt expone su argumentos en tres partes, que explican bastante de su mirada:

1) Las intuiciones vienen primero, el razonamiento después. Ésta es una experiencia que todos hemos tenido. Hacemos o queremos algo y luego buscamos “razones” para justificarlo. Haidt acumula evidencia para hacernos ver que éste es un comportamiento muy común en el ser humano, por más que queramos vernos como seres “racionales”.

2) La moral se trata más de que de sólo daño y justicia. En esta sección, recurriendo a Kant, Hume, Betham y a la investigación reciente Haidt muestra cómo construimos nuestros sentimientos morales, nuestros valores. Daño y justicia, comúnmente entendidos como los resortes fundamentales de nuestras opciones morales, serían en verdad sólo parte de una gama más amplia de resortes morales posibles, que Haidt sintetiza en al menos cinco: cuidado, justicia (como proporcionalidad y no como igualdad), lealtad, autoridad y sacralidad.

3) La moral agrupa y enceguece. En esta sección Haidt entra más derechamente en los comportamientos sociales y explica porque a los seres humanos nos gusta agruparnos, pertenecer, compartir con gente que comparte nuestro valores. También explica qué es lo que la sociedad gana con que exista gente más conservadora y gente más progresista o liberal. A diferencia de Isaiah Berlin, que arguye que la pluralidad de valores es inevitable y que los valores igualmente legítimos y válidos van a enfrentenarse en la sociedad —por lo que es necesario crear un ambiente donde estos enfrentamientos puedan expresarse y solucionarse—, Haidt observa que este enfrentamiento no sólo es comprensible sino necesario.

Cuando en política o en discusiones valóricas tendemos con mucha facilidad a descartar el punto de vista que no nos cae bien, porque nos parece “limitado”, “superficial”, “interesado”, “torpe” o “primitivo”, este libro nos invita a mirar con más distancia nuestras convicciones y hacer un mejor esfuerzo por entender las del otro. El desacuerdo puede ser más constructivo —es decir, menos inmovilizante—, si logramos entender de verdad que otro también tiene buenas “razones”. Ya lo dijo Jean Renoir en Las reglas del juego (1939): el verdadero problema es que cada uno tiene sus razones. Y lo dijo también con nitidez Robert McNamara, cuando en The fog of war (2003), confiesa que solamente 30 años después de la guerra de Vietnam entendió realmente por qué los vietnamitas habían peleado tan duramente (no porque quisieran abrazar el comunismo, sino porque para ellos era una guerra de independencia). Es cierto que mucho los han dicho. Pero no hace mal recordarlo.

Por: Erneto Rodriguez

Fuente: http://lasituacion.cl/2017/08/24/cada-uno-tiene-sus-razones/