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Rivera consigue ser enemigo de referencia de todos los partidos

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Ciudadanos ha sido en dos ocasiones víctima de las encuestas. La primera vez que el partido de Albert Rivera participó en unas elecciones generales, el 20 de diciembre de 2015, consiguió 40 escaños en el Congreso de los Diputados. No es un mal resultado para un estreno. Sin embargo, resultó una decepción para sus militantes, porque todas las encuestas lo situaban en una horquilla entre los 52 y los 66 escaños. El globo volvió a deshincharse en la repetición electoral de junio de 2016, donde el partido naranja retrocedió a los 32 escaños, debido a una recuperación de votos y escaños a última hora del PP.

Se llegó a hablar de síndrome «Anguita», al que en sus años de liderazgo de Izquierdo Unida todo el mundo le quería pero nadie le votaba.

Las campañas de 2015 y 2016 fueron campañas muy polarizadas en las que Cs se quedó fuera de foco. Sobre todo en las últimas, en las que la estrategia diseñada por Mariano Rajoy buscaba lel cuerpo a cuerpo entre el PP y Podemos, que pretendía dar el sorpasso al PSOE, que finalmente no se produjo y Mariano Rajoy se presentó como muro de contención frente al radicalismo ascendente de Podemos.

A raíz de la eclosión del desafío secesionista, Cs ha vuelto a dispararse en las encuestas. El PSOE se mantiene con un ligero aumento y PP retrocede moderadamente. Podemos continúa en caída, probablemente penalizada por su ambigüedad en Cataluña. El ganador neto en los pronósticos es Cs.

Algo es distinto ahora respecto a las anteriores ocasiones en que la estrategia común de todos los partidos era el ninguneo a Albert Rivera o su presentación como un apéndice intrascendente del PP.

Lo que está claro ahora, es que el conjunto de los partidos no está haciendo caso al consejo de George Lakoff, que recomienda ni siquiera mirar y mucho menos hablar de quien sea el elefante a batir en una campaña electoral.

El presidente de Ciudadanos concentró otra vez la atención con su oposición al cupo vasco, que viene determinado como materialización del Concierto Económico. En una frase, sin duda mediática, lo calificó de cuponazo, que es como denomina la ONCE el premio gordo de sus cupones.

Indignación con Rivera en todos los partidos de la cámara, con excepción de Compromís, que también se opuso al cálculo de lo que debe pagar el gobierno vasco por los servicios comunes que recibe del Estado. Pero lo cierto es que el líder de Cs, con su oposición al cupo, apoyado por el Partido Popular –que lo ha hecho moneda de cambio del apoyo del PNV a los Presupuestos Generales del Estado- y el PSOE, se ha situado en el centro de la escena política y ha abierto un debate soterrado desde hace cuarenta años. ¿Es un privilegio de Euskadi en época de crisis frente a las demás comunidades autónomas?

Las respuestas acidas de Cristóbal Montoro y de una cadena de líderes del PP demuestran que la posición de Rivera ha hecho daño a las expectativas electorales del PP en toda España. La eclosión secesionista catalana ha sensibilizado a muchos ciudadanos del resto de España contra la amenaza de los nacionalismos periféricos a la solidaridad entre los españoles.

El primer partido que reaccionó con dureza contra Cs fue el PSOE. Descalificaciones de raíz, cuestionando, incluso, el carácter democrático del partido. Pedro Sánchez quiso situarlo en la extrema derecha, al referirse a Cs como el «VoX» del parlamento español, en alusión al partido extraparlamentario que dirige Santiago Abascal. Luego, el líder socialista se refirió a Cs como «la media naranja del PP» y por último Sánchez ha adelantado que en ningún caso apoyarían la investidura de Inés Arrimadas como presidenta de Cataluña.

¿Por qué Ciudadanos ha pasado a ser un partido apestado para el PSOE cuando negoció con él un acuerdo de gobierno de más de cien puntos y contó con sus votos en la investidura fallida de Pedro Sánchez? Sencillamente porque ahora significa un peligro para las aspiraciones electorales del PSOE en la disputa por el espacio de centro izquierda.

Rivera ha conseguido importantes apoyos mediáticos en los últimos días. Jesús Cacho, en el periódico Voz Pópuli, ha reivindicado el carácter presidenciable del líder de Ciudadanos. Fernando Onega llama la atención sobre las expectativas de Cs en La Vanguardia, avisando de que, aunque el Partido Popular vuelva a ser el ganador de las próximas elecciones generales, tendrá la victoria pero en una situación de magra legitimidad.

Cayetana Álvarez de Toledo, en El Mundo, lo sitúa como el artífice de un debate sobre la modernidad democrática por su oposición en solitario al cupo vasco.

Otros analistas critican la posición del PSOE de eliminar a Inés Arrimada como posible presidenta de la Generalitat y hablan de la reedición del Pacto del Tinell, esta vez con aislamiento de Cs. Lo que según algunas opiniones, apuntalaría el crecimiento de Cs en Cataluña.

Rivera ha respondido a Sánchez pidiendo el voto para su organización a los socialistas desencantados con la estrategia de Iceta, presumiendo que prepara la reedición del Pacto de Tinell que dio paso al tripartito que presidió José Montilla.