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La Suficiencia Ideológica del Liberalismo

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Hace algunos días en La Tercera, Daniel Mansuy analizó someramente el programa de gobierno de la candidatura de Felipe Kast y detectó una supuesta dificultad estructural en su formulación: la insuficiencia del liberalismo como ideología en la creación de un proyecto político. Esta incapacidad esencial (o, al menos, habitual) sería una consecuencia del conflicto existente entre el individualismo propio de esta ideología con la idea de comunidad política.

Sin embargo, la hipótesis de Mansuy tiene algunas debilidades posibles de apreciar a partir de un vistazo histórico del desarrollo de las distintas vertientes de la tradición liberal. Como punto de partida, bueno es notar que la dualidad Individuo/Comunidad, junto a otros como Estado/Mercado o Tradición/Modernidad, es uno de aquellos binomios claves a los que se enfrenta cualquier conjunto moderno de ideas políticas que aspire a ser omnicomprensivo. De allí que proponer cierto equilibro normativo o la elección entre uno de esos dos polos no es un problema que sólo tenga que enfrentar el liberalismo.

En ese sentido, no está de más recordar que la premisa de partida de la tradición liberal es la supremacía de la libertad individual, lo que pone la carga de justificación y prueba sobre cualquier intento de restricción de esta. Así, es evidente que el liberalismo se fundamentó inicialmente en el individualismo, pero su contenido está lejos de agotarse en esa sentencia. Muy por el contrario, en el desarrollo e interpretación de tal supremacía está la respuesta a la hipótesis de insuficiencia impulsada por Mansuy. De hecho, las respuestas son varias, considerando que el liberalismo se ha convertido en un constructo poco cohesionado, a ratos incoherente y a veces irreconciliable. Por tanto, tiene más sentido hablar de “liberalismos”: varias vertientes políticas distintas que comparten un tronco común pero que ofrecen juicios valorativos increíblemente distintos para ciertos casos.

No hay que llegar muy lejos para ver las interpretaciones extremadamente diferentes que han surgido a partir de la distinción entre la dimensión negativa y positiva de la libertad, famosa en la versión de Isaiah Berlin. De estas divergentes soluciones al problema político, es posible entregar una generalización un poco vergonzosa: si bien el liberalismo es una postura muy individualista en materias de libertades personales, no está claro qué tanto lo es en materia económica. Sin embargo, aún pese a ese marcado carácter atomizador en los temas más cercanos a la esfera de intimidad personal, el conflicto directo con la idea de comunidad política no es necesario. En ese orden de ideas, un ejemplo de armonización es posible de encontrar en el Rawls de Liberalismo Político. Otro, aunque quizá menos explícito, en la base misma del liberalismo: Adam Smith y su Teoría de los Sentimientos Morales.

Por tanto, lo que hay acá no es ausencia ni insuficiencia. El liberalismo pone al individuo en el centro, pero le reconoce y le asigna un rol a la comunidad política general (o Estado) y a los grupos más pequeños que puedan surgir de distintos tipos de ejercicios de asociación. También se preocupa (aunque sin consenso) de las relaciones existentes entre todos ellos. Al final, hace una elección. Una valorativa, ¿no es eso de lo que trata la política?

De una u otra manera, y sólo para concluir, siempre es bueno recordar que esta suficiencia ideológica sólo será útil si se traduce en una de carácter político y cultural. Cuando existan símbolos y una historia para ofrecer. Para eso, los distintos liberales tendrán que hacer los correspondientes juicios normativos, pensando cuánto de su ideario están dispuestos a transar y con quién, y prácticos, considerando la valentía y organización necesaria para romper la estabilidad del diseño político dominante a través de la creación de un nuevo relato.

Por Richar Tepper

Fuente: http://www.ecoliberal.cl/columnas/la-suficiencia-ideologica-del-liberalismo/