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SOCIALISTAS S.A.

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Por Cristóbal Bellolio

El Partido Socialista está financieramente sanito. La plata que recibieron como indemnización por los bienes requisados en dictadura ha rentado gracias a una serie de inversiones en el mercado financiero. Hasta ahí, nada ilegal. No sólo de votos vive la política. Hay que pagar las cuentas. Escandalizarse porque un partido maneja bien sus dineros es una tontera. Los socialistas pueden tener objeciones respecto del lucro en ciertas áreas como educación, pero eso no los condena a la pobreza franciscana en la administración de sus bienes. Lo que no pueden decir es que no le tienen fe a la vitalidad -y a la legitimidad- de la especulación capitalista.  

Los verdaderos problemas aparecen en dos dimensiones. La primera es política. El PS invirtió sus lucas en empresas que actúan en áreas estratégicamente sensibles y altamente reguladas. Ello genera potenciales conflictos de interés. En castellano: sus parlamentarios estaban legislando sobre la suerte que corrían las acciones del partido. Habrá que creerles que no sabían nada del asunto. La segunda dimensión es ética. El PS puso sus fichas en empresas ligadas a personajes que son vilificados en el discurso público. El mejor ejemplo es SQM, históricamente controlada por el yerno de Pinochet. Nuevamente, lo más probable es que la inmensa mayoría de sus militantes no haya tenido idea del asunto.

La nueva directiva socialista hizo un mea culpa al respecto. No ignoran que la opinión pública no está para sutilezas ni para votos de confianza. El zumbido que queda en el ambiente es que el PS se hizo rico jugando a la bolsa. Elizalde tendrá que persignarse ante las cámaras y prometer que de ahora en adelante operará un fideicomiso mega-ciego. Guillier hizo lo propio: se desmarcó como un campeón. Piñera aprovechó de sacar los estoques. En la UDI anunciaron una de esas inútiles comisiones investigadoras. Sin embargo, si algo hemos aprendido en estos años es que todos tienen tejado de vidrio y es mejor no entusiasmarse tirando piedras si no se está libre de pecado.