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Merkel y Macron ante el desafío de la Era Trump

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Aunque lo di­jera con una cer­veza en la mano, no se puede mi­nus­va­lorar las pa­la­bras de la can­ci­ller Angela Merkel del pa­sado do­mingo, cuando se to­maba un des­canso des­pués de ro­zarse va­rios días con la sul­fu­rosa per­so­na­lidad de Donald Trump, tanto en el Grupo de los 7, en Taormina, como en el cuartel ge­neral de la Alianza Atlántica en Bruselas.

“Los días en que podíamos confiar completamente en otros, en cierta medida se han acabado”. Su siguiente frase depuró la imprecisión: “Lo único que puedo decir es que nosotros los europeos debemos poner nuestro futuro en nuestras propias manos”.

Los aliados europeos de los Estados Unidos aún no han acabado de interpretar los indicios de si Washington, bajo la presidencia de Trump, se dispone, o no, a apostar por nuevos socios para ejercer su hegemonía mundial, degradando a Europa al rango de socio menor.

En sus primeras semanas de mandato Trump dio a entender que se proponía hacer de su relación con Moscú uno de los ejes de su política internacional y de seguridad, y lo hacía en coincidencia con observaciones sobre la Alianza Atlántica como organización ‘desfasada’. El modo rupturista, semiclandestino con que Trump intentó instrumentar esa política le ha creado problemas con varias estructuras de poder del sistema estadounidense: Congreso, fiscalía general, FBI, gran parte de la prensa y TV, etc.

Un segundo as de Trump se lo está ofreciendo la primera ministra británica, Theresa May, deseosa de reforzar su posición negociadora con la Unión Europea para consumar el Brexit, en busca de una versión remozada de la tradicional ‘relación especial’, a la que, por cierto, el presidente Obama nunca atribuyó gran potencial operativo, pero que había sido pilar de las relaciones Washington-Londres en los años de presidencia de George W. Bush, y presidentes anteriores.

El tercer as se lo proporciona su capacidad de negociar las cesiones que podría hacer si le convencieran de que debería moderar su proteccionismo radical. Trump denuncia a la Unión Europea como una especie de cártel que obstaculiza o impide que los productos norteamericanos entren en Europa inventando según él, artificiosas convenciones como la protección del medio ambiente; todo ello (¡quién lo duda!) con el propósito de frenar la competitividad de la industria estadounidense.

Recientemente ha aparecido en escena un consejero de Trump, Ted Malloch, posible embajador ante la UE. Europa, dijo Malloch, debe renunciar a su proyecto federal, convertirse en una democracia auténtica y dejar de ser gobernada por burócratas. Malloch también evocó, cómo no, los buenos tiempos de la ‘entente’ Roosevelt-Churchill, durante la II guerra mundial. Francia esboza una incipiente política de gran potencia

Las conmociones que el presidente norteamericano va produciendo en la escena internacional modulan el sentido de los primeros pasos que el nuevo presidente francés, Enmanuel Macron empieza a dar. Pasada la gira europea de Trump, Macron recibió en Versalles, el pasado lunes, al presidente Putin. Macron tenía de qué quejarse ante Putin.

Tres temas al menos separan sus intereses respecto de los de Moscú: el futuro del régimen sirio, al que conminó a no volver a emplear armas químicas; los ciberataques rusos contra Occidente en general y Francia en particular en una guerra “híbrida” (intimidación militar y guerra en las redes), y el futuro de una Ucrania cuarteada por la ocupación rusa de Crimea y por el movimiento separatista pro-ruso al este del país.

Única coincidencia: el interés de ambas potencias en frenar la expansión y los crímenes del llamado Estado islámico, tanto en Siria como en Libia, donde se sabe que tanto fuerzas francesas como recursos armados usos intervienen de modo no reconocido.

Macron y la postura alerta de Merkel han creado grandes expectativas; por ejemplo, al servicio de información geopolítica Stratfor, el cual afirma que “Europa vuelve al centro de la política mundial”. Opinión algo prematura… Falta ver la durabilidad de esa visión, pero para confirmarla hay que esperar al resultado de las elecciones parlamentarias de Francia y Alemania, y posiblemente también las de Italia, en este año, y la salida que la actual crisis de confianza en España pueda tener, incluso si no hubiese nuevas elecciones.

Fuente: https://www.capitalmadrid.com/2017/6/1/46241/merkel-y-macron-ante-el-desafio-de-la-era-trump.html