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Los «chalecos amarillos» pierden fuerza en medio de nuevos disturbios

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Como es habitual desde el mes de noviembre, los «chalecos amarillos» salieron ayer a la calle. Quedan los más determinados, 51.400 en toda Francia, según indicó el Ministerio del Interior. Ahora que la subida de los impuestos sobre los carburantes ha quedado anulada, las peticiones se centran en la instauración del referéndum de iniciativa ciudadana o la dimisión de Emmanuel Macron. Las manifestaciones fueron pacíficas en su mayoría, excepto en grandes ciudades como Burdeos, Toulouse, Lorient y, especialmente, en París. El cortejo de la capital partió del Arco del Triunfo hacia la Torre Eiffel, pero a su paso por la Asamblea Nacional, cuando algunos manifestantes quisieron entrar en el edificio, un fotógrafo recibió una granada lacrimógena y al intentar relanzarla le explotó en la mano, arrancándosela. Entre las 4.000 personas que se manifestaron en la capital (10.500 el sábado anterior), un grupo de 150 ultraizquierdistas volvieron a causar numerosos daños materiales atacando agencias bancarias y comercios y destrozando mobiliario urbano. También quemaron un vehículo militar de la misión Sentinelle de vigilancia antiterrorista, un «ataque intolerable», según el titular de Interior, Christophe Castaner.

La decimotercera jornada de movilizaciones tuvo lugar tras un conflicto diplomático sin igual entre los gobiernos francés e italiano desde el final de la Guerra Mundial. El embajador galoen Italia fue llamado a consultas el jueves, después del apoyo de Matteo Salvini a los «chalecos amarillos», y sobre todo tras el encuentro del líder del Movimiento Cinco Estrellas, Luigi di Maio, con algunos de ellos.

Sin embargo, las figuras prominentes de los «chalecos» no hacen frente común respecto al apoyo de las autoridades italianas. Christophe Chalençon es uno de los que se reunió en Montargis con el vicepresidente Di Maio, «un verdadero representante del pueblo», dijo, al que comparó con Macron, «incapaz» de reunirse con la gente «sin una escolta de 1.500 funcionarios». Sin embargo, Maxime Nicolle, alias «Fly Rider », califica la iniciativa italiana de «intento de recuperación política». Él quiso desplazarse ayer a Vintimille, para respaldar a los «chalecos amarillos» italianos pero la Policía le bloqueó el paso.

Fuente: La Razón