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¿Las democracias liberales están en un escenario de riesgo real de colapso?

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El segundo encuentro del ciclo «cómo se salvan las democracias» que organiza el Círculo de Economía indagó en los nuevos movimientos fascistas, populistas, autoritarios y supremacistas

La democracia tal y como la conocemos hoy en día, resultante de los procesos pacificadores de la segunda mitad del siglo pasado y heredera de las revoluciones de finales del siglo XVIII fue concebida durante muchos años como la forma definitiva e inmejorable de gobernar. Francis Fukuyama, politólogo norteamericano, llegó a calificarla el 1992 como “el fin de la historia”, la única opción -después de la derrota del comunismo- viable de gobierno: democracia liberal y economía de mercado. Sin embargo, apenas 30 años más tarde, ésta se encuentra amenazada, en un momento crítico.

La caída de Lehman Brothers y la posterior crisis económica y financiera del 2008 demostró la volatilidad e incertidumbre del sistema económico global. El triunfo de Trump en 2016 propició la normalización y la legitimación de los discursos y los partidos de ultraderecha, que se han extendido por toda Europa. Hoy, la extrema derecha tiene representación en los parlamentos nacionales de casi todos los países de la Unión. España era, hasta ahora, una de las pocas excepciones, pues no tenía representación en el Congreso ningún partido que se presentara abiertamente con un programa electoral de extrema derecha. Todo era una cuestión de tiempo ya que todo apunta que a partir del 29 de abril Vox estará presente en el hemiciclo español.

La crisis económica, el auge de la extrema derecha y otros factores como la desigualdad de género, la desconfianza de la ciudadanía en las instituciones y demás, han provocado un declive y un deterioro de nuestro sistema democrático, que ha su vez ha derivado en una tendencia política autoritaria.

Con el objetivo de “tratar las distintas dimensiones del desgaste del sistema democrático” el Cercle d’Economia organiza un ciclo de seis conferencias que empezó el pasado mes marzo y que acabará en mayo, una semana antes de la celebración de las elecciones municipales y europeas. Este ciclo acoge diferentes intelectuales especialistas en la materia que hablaran, tal y como anuncia su título de “cómo se salvan las democracias” desde distintas ópticas.

El pasado jueves tuvo lugar el segundo de estos encuentros con el exdiputado del Partido Popular, y exsecretario de Estado en las dos últimas legislaturas, José María Lassalle y el director general por Europa de Open Society Foundations y analista internacional, Jordi Vaquer. El político, escritor, comentarista de actualidad y doctor en Derecho abordó el tema de la reaparición de la extrema derecha, el supremacismo, el neofascismo y la deriva autoritaria, defendiendo la democracia liberal y el liberalismo democrático.

La primera intervención la hizo Vaquer, que lamentó que a día de hoy “170.000 millones de europeos están gobernados por populistas” en países de tal envergadura como Italia o Hungría y habló de las grietas del sistema -la igualdad que amenaza privilegios, la inmigración, el terrorismo-, las cuales son utilizadas por “los populistas”, ofreciendo falsas y simples soluciones para ellas. Estas grietas que se están dibujando en las democracias liberales europeas se han manifestado por ejemplo, en el hecho de que democracias consolidadas como la belga, la holandesa o la sueca hayan tardado hasta más de un año en formar gobierno, llegando a los 541 días en el caso de Bélgica, el récord mundial de de tiempo sin Ejecutivo.

El doctor en Derecho por la Universidad de Cantabria lamentó que “las democracias liberales están en un escenario de riesgo real de colapso”. Una situación que se atrevió a calificarla como “la situación más compleja en el último siglo”, con unas amenazas a la democracia que no son tan visibles y fáciles de distinguir como las amenazas en período de entreguerra. Vaquer reforzó esta tesis afirmando que “los fascistas construyeron su discurso fuera de la democracia” y por contra, los nuevos partidos populistas actuales lo hacen desde dentro y “en nombre de la democracia”.

Lassalle describió el nuevo populismo como un fenómeno, que está irrumpiendo con fuerza, de carácter “conservador, nacionalista y autoritario”. Este fenómeno, según el exdiputado pretende dar respuesta a la preocupación creciente por el “desorden moral, social, de clase, cultural, religioso, de seguridad” ante la percepción de que se está quebrantando la unidad social, la continuidad de la comunidad de iguales y el orden social, económico, político tal y como lo hemos entendido desde la revolución francesa e industrial. La nueva política que está emergiendo busca y reivindica a “gente corriente”, que se manifieste contra el establishment.

Asimismo, el exdiputado definió al fascismo y al neofascismo como un movimiento contrarrevolucionario y en este sentido destacó el rol de las nuevas tecnologías y las nuevas formas de comunicación. Lassalle puso de manifiesto que “estamos avanzando hacia un mundo donde la técnica será cada vez menos importante”, pues esta será sustituida por los robots y la tecnología. Así, la nueva contrarrevolución conservadora y populista ve con recelo este avance del mundo digital.

Como no podía ser de otra forma, al hablar de la nueva corriente populista, Lassalle hizo referencia al hombre que está ejerciendo un papel principal en la promoción y el crecimiento de estos movimientos nacionalistas, supremacistas y populistas: Steve Bannon. Explicó que el exconsejero del actual presidente de los Estados Unidos y sus seguidores, identifican a Oriente Medio como la amenaza a “la ley, el orden y la concepción judeocristiana de Europa”. El islam es, según Banon, un factor desestabilizador cuya llegada a Europa provoca una tensión moral y cultural. Lasalle, sin embargo, dejó claro que no compartía tales convicciones.

Retomando el reto que supone y supondrá el desarrollo tecnológico, Lassalle advirtió que si este no va de la mano de una ética humanista, puede acabar destruyendo la democracia. A día de hoy, gracias o por culpa del ‘big data’ aparece en nuestras redes, información y publicidad de acuerdo con nuestros gustos y preferencias. ¿Qué pasará cuando suceda lo mismo con la propaganda electoral? “La prescriptibilidad de la red acabará con la democracia” espetó Lassalle: “en España, un partido con solo 12 diputados en Andalucía está marcando la agenda política”. Frente a esta revolución que se presenta irreversible e irremediable, la democracia liberal puede “colapsar o liderar el cambio”, proclamó.

Fuente: El Periodico