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Los movimientos populistas o la vuelta al liberalismo clásico

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La progresiva y fuerte eclosión de distintos movimientos y fuerzas políticas en Europa Occidental y Estados Unidos con la victoria contra todo pronóstico de Donald John Trump en noviembre de 2016, supuso un paso más en la búsqueda del hombre político de nuestro tiempo por la recuperación o esencias políticas del pensamiento liberal clásico del siglo XVIII.

Un periodo intelectual, la segunda mitad del siglo XVIII, que vio la proclamación de la Declaración de Independencia de las 13 Colonias de EEUU en 1776 y la aprobación de la Constitución de EEUU en 1787 con la firma de Jefferson, Adams y Franklin, en pleno neoclasicismo cultural, es decir, en pleno periodo artístico de inspiración en el mundo clásico Griego y Romano, es cuando surge el parlamentarismo contemporáneo.

El liberalismo es sin duda y por definición, la principal corriente del pensamiento político Occidental: el liberalismo clásico, el primer liberalismo, es decir, el liberalismo conservador.

El resto de movimientos políticos surgidos a posteriori, incluida la socialdemocracia o incluso el comunismo, de una u otra forma viven de él, incluso en los aspectos más laicistas del propio liberalismo. En algunas de sus etapas evolutivas, y de él, el marxismo cultural, adopta la idea de la reducción del fenómeno religioso al ámbito privado del sujeto.

La irrupción política de Vox estuvo motivada por una progresiva erosión política de las principales fuerzas políticas nacionales cuyo colapso explica la llegada de los nuevos actores

La irrupción de los nuevos partidos de la denominada derecha alternativa como en el caso de España del partido VOX, no sé si no ha supuesto en otros países como en los EEUU con el republicanismo de Trump, la vuelta a una cierta esencia del liberalismo conservador clásico: libertad de educacion, libertad económica, derecho a la vida, defensa familia natural, propiedad privada, libre elección de lengua, respeto a la soberanía nacional y a la identidad nacional y al Estado Nación, separación de poderes…

Es decir, liberalismo clásico, que en el caso de España se enfrenta además a unas coordenadas implicadas en un proceso de fuerte crisis política nacional y de integridad territorial para el cual el partido VOX plantea una reforma constitucional que en sus máximos términos supondría la reversión del modelo territorial autonómico de 1978 y de los denominados por primera vez «derechos históricos».

En resumen, se trata de comenzar a intentar hacer una política en términos de cohesión nacional tanto a nivel autonómico como municipal.

En todo caso, esta irrupción política estuvo motivada por una progresiva erosión política de las principales fuerzas políticas nacionales cuyo colapso explica la llegada de los nuevos actores, un colapso provocado por una confluencia entre derecha e izquierda de políticas neoliberales y libertarias entre socialistas que adoptaron los postulados económicos neoliberales y los populares que adoptaron los postulados sociales del marxismo cultural (divorcio, interrupción del embarazo o aborto, matrimonio homosexual, leyes de género y memoria histórica).

Esto, junto a la aceptación del globalismo, el último escalón del liberalismo que supone la superación de los Estados Nación y de las identidades nacionales, en beneficio de los órganos supranacionales y de los progresivos movimientos migratorios multiculturales.

Fuente: Actuall