Inicio Noticias recientes Escenario externo mejora, pero no se nota en crecimiento de Chile

Escenario externo mejora, pero no se nota en crecimiento de Chile

1088
0
Compartir

En los últimos meses, tanto la actividad como la inflación mundial han sorprendido con más dinamismo que lo anticipado, en medio de una recuperación que se ha tornado más vigorosa.

De hecho, los índices de sorpresas de actividad y de inflación del Citigroup muestran que las sorpresas han estado en terreno positivo tanto en Estados Unidos, los G-10 (los 10 países más avanzados del mundo) y los países emergentes, algo que no se había visto desde el año 2011 y, antes de eso, desde 2007.

Además, indicadores coincidentes de actividad muestran que a partir de noviembre pasado la actividad ha tomado más dinamismo en los países avanzados -destacando los casos de Estados Unidos, la zona euro y Japón- y China.

Con respecto a las perspectivas para los próximos meses, los índices de los gerentes de compras de bienes y de servicios, que han mostrado ser un buen indicador anticipado de crecimiento, apuntan a que el crecimiento mundial tomaría más fuerza en los próximos meses.

A nivel de los países principales, Estados Unidos se ha estado beneficiando de políticas macroeconómicas expansivas, de la mejora en la situación patrimonial de familias y empresas, y de las mejoras del mercado laboral y las expectativas. La zona euro y Japón se benefician de condiciones financieras más favorables, la recuperación gradual de sus sistemas financieros, políticas fiscales más expansivas y la depreciación real de sus monedas.

Entre los principales países emergentes, China crece sobre el 6,5% anual, apoyada en políticas fiscales y crediticias expansivas. Pero la contraparte es que los riesgos persisten: fuerte aumento en la razón crédito total a PIB, desequilibrios en su mercado inmobiliario, presión sobre su moneda y salidas de capitales.

Rusia dejó de contraerse, favorecida por la mejora en sus términos de intercambio y la absorción del shock generado por las sanciones internacionales, en tanto las contracciones de Argentina y Brasil pierden fuerza. Los países exportadores de productos primarios se benefician de la mejora en sus términos de intercambio y el regreso de los capitales.

El repunte, tanto en el crecimiento mundial como en la inflación, unido al anticipo de una política fiscal más expansiva en Estados Unidos, impactan a los mercados financieros internacionales. Estos efectos se hacen sentir con más fuerza en variables sensibles a un mayor crecimiento y una mayor inflación. Como resultado, suben las tasas de interés nominales de los bonos a 10 años, los precios de las acciones y los precios de materias primas.

Sin embargo, las buenas noticias no deben distraernos, y debemos tener claro que esto es una recuperación cíclica asociada al aprovechamiento de las amplias brechas de capacidad que surgieron de la mano de la Gran Crisis Financiera Global de 2008 y sus secuelas. La mayor parte de los problemas estructurales que limitan el crecimiento mundial de tendencia siguen presentes en varios de los países.

De hecho, el país que está más avanzado en su recuperación cíclica, Estados Unidos, presenta un nivel de producto que ya alcanza al nivel del producto potencial, junto a un mercado laboral muy cerca del pleno empleo (con una tasa de desempleo incluso menor a la que había en los albores de la Gran Crisis Financiera), con salarios e inflación aumentando, y donde se proyecta que la inflación se encamina hacia la meta de la Reserva Federal (FED).

Frente a esto, el Comité de Mercado Abierto de la FED anticipa que la tasa subiría otros 75 puntos base el año 2017 para evitar que la inflación se escape sostenidamente sobre la meta, lo que obligaría a un gran ajuste en la política monetaria para mantener la inflación controlada.

Pero este escenario no considera los cambios en la política fiscal que probablemente terminará introduciendo la administración Trump. Las anunciadas bajas de impuestos, el mayor gasto en defensa e infraestructura y la reducción de la regulación serán expansivas, presionarían la política monetaria hacia un camino aún más restrictivo para contrarrestar la expansión fiscal resultante. Así, no es sorprendente que en las últimas dos semanas el mensaje prácticamente unánime de los miembros del consejo de la FED haya puesto énfasis en la necesidad de subir la tasa, dado que la expansión cíclica ya completó su curso.

En paralelo, el mercado comienza a convencerse del escenario de la FED. Con una tasa de interés real neutral que se estima entre 1 y 1,5% (Yellen marzo 3 de 2017; Holson, Laubach y Wiyimas 2016), el punto final de la tasa nominal de política estaría entre el 3 y el 3,5%, y se alcanzaría en un horizonte de tiempo de ocho trimestres, o más. Por supuesto que la trayectoria efectiva de la tasa de política estará condicionada a una serie de desarrollos futuros en Estados Unidos y en el resto del mundo, que son difíciles de predecir.

En contraste, en la zona euro la recuperación cíclica está algo más atrasada y las brechas de capacidad son todavía amplias, lo que anticipa el mantenimiento de tasas bajas por más tiempo. Con todo, el alza en las proyecciones de inflación y de actividad en la zona como un todo y, en especial, de la inflación en los países que están más avanzados en la recuperación, como Alemania, reduce el riesgo de deflación y va a comenzar a presionar para terminar con los programas de compra de bonos del Banco Central Europeo (BCE).

En este cuadro, el crecimiento mundial proyectado, ponderado por los PIBs en paridad de poder de compra, alcanzaría el 3,5% el año 2017, en torno a medio punto porcentual más que el crecimiento estimado para 2016.

Sin embargo, este favorable escenario central enfrenta importantes fuentes de incertidumbre. Las principales son:

1) Eventuales problemas de la administración Trump con el Congreso que terminen limitando el alcance de sus políticas, o incluso problemas constitucionales que terminen debilitando a su gobierno.

2) Una política aislacionista y proteccionista del gobierno de Trump, con efectos en el orden político y económico internacional (OTAN, OMC, BM, FMI, ONU); y

3) Alza del populismo en Europa, justo cuando como región necesita enfrentar importantes problemas económicos y políticos (migraciones, fortalecer su defensa, tratar a un agresivo Putin, estabilizar la zona euro, negociar el Brexit).

El mejor escenario es uno donde persiste la incertidumbre y el alternativo es uno de mayor confrontación tanto comercial como política entre los principales actores mundiales.

Por el lado estrictamente económico, los principales riesgos para el crecimiento mundial son:

1) Un alza de tasas de la FED más pronunciada de lo anticipado por los mercados financieros, con efectos en las bolsas, el dólar, los flujos de capitales y los países emergentes.

2) Problemas en China que lleven a una desaceleración más pronunciada de su economía; y

3) Aumento del proteccionismo a nivel mundial.

Más allá de la recuperación cíclica, el crecimiento de tendencia de la economía mundial estará limitado por la tasa de crecimiento del producto potencial.

Aquí las noticias no son muy alentadoras. El crecimiento del producto potencial se proyecta como mediocre, como resultado del bajo crecimiento que ha experimentado la productividad desde fines de la década de los setenta -y que se ha acentuado en los últimos años-, junto con la baja tasa de inversión de los últimos años y una menor tasa de expansión de la fuerza de trabajo, como resultado de un descenso de las tasas de fertilidad y el envejecimiento de la población.

¿Cómo se relaciona esto con el ciclo de la economía chilena? Lamentablemente, Chile no ha podido beneficiarse con plenitud de la generalizada recuperación cíclica global, puesto que, pese a que la situación externa mejora, seguimos afectados por las consecuencias de reformas poco prolijas -tributaria, educacional y laboral-, y el cuestionamiento reiterado de la economía de mercado, lo que ha terminado por deteriorar las expectativas de empresarios y consumidores, más allá de lo atribuible al fin del superciclo, con efectos cada vez más claros en la inversión y el crecimiento. En el lado positivo, no hay grandes desequilibrios macroeconómicos y las políticas monetaria y fiscales han estado haciendo su trabajo para facilitar el ajuste cíclico. Lo urgente, la verdad, es preocuparnos como país de crear un ambiente más favorable a la inversión y el crecimiento. Lamentablemente, Chile no ha podido beneficiarse con plenitud de la generalizada recuperación cíclica global, puesto que, pese a que la situación externa mejora, seguimos afectados por las consecuencias de reformas poco prolijas -tributaria, educacional y laboral-, y el cuestionamiento reiterado de la economía de mercado».

Vittorio Corbo

Miembro Áreas de Investigación: crecimiento, políticas macroeconómicas, coyuntura e instituciones económicas Centro de Estudios Públicos