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Los sindicatos mantienen el pulso con Macron pese a las posibles concesiones del Gobierno

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Los sindicatos contrarios a la reforma de las pensiones quieren volver a paralizar Francia el próximo martes, después del éxito de la primera jornada de huelga y manifestaciones celebrada este jueves. La protesta ha puesto al presidente Emmanuel Macron a la defensiva. Para intentar calmar el malestar social, el Gobierno francés multiplica las señales. Estas incluyen la posibilidad de aplazar la entrada en vigor de la reforma y compensaciones para los sectores más afectados. Pero todas estas señales parecen insuficientes ante un movimiento que se siente reforzado después de sacar el jueves a más de 800.000 personas a las calles y dejar el país a medio gas.

Fue el primer acto de un pulso que puede prolongarse días. Como mínimo, hasta la nueva jornada de huelga y manifestaciones del próximo día 10, fecha elegida por los convocantes, los principales sindicatos excepto el primero de Francia, la CFDT, cuyo líder, Laurent Berger, presta un apoyo crítico a los planes de Macron. Para las centrales críticas, se trata de no perder la iniciativa. Philippe Martinez, jefe de la CGT, pidió directamente la retirada de la reforma. Macron, que ha delegado la gestión de la crisis en su primer ministro, Édouard Philippe, intenta erosionar el movimiento con gestos de buena voluntad que demuestren que nadie saldrá perdiendo. Es una batalla por la opinión pública: quien convenza a la mayoría de los franceses de que la culpa del bloqueo es del otro, habrá ganado.

«Mi lógica no es ni será nunca la de la confrontación», dijo en un breve discurso el primer ministro Philippe, quien se declaró dispuesto a garantizar una transición progresiva hacia el nuevo sistema. El primer ministro defendió la desparición de los 42 sistemas de pensiones actuales para fusionarlos en uno solo. También avisó de que en el futuro los franceses deberán trabajar más tiempo. «No lo digo con alegría, pero es lo que ocurre en todos los países comparables a Francia», explicó. El miércoles, después de meses de especulaciones y de confusión, Philippe tiene previsto presentar el proyecto en su integridad.

El paro en los transportes públicos ha continuado este viernes. En París, donde 11 líneas de metro estaban cerradas, se mantendrá hasta el lunes. Un 90% de los trayectos en tren de alta velocidad y un 70% de los trenes regionales también han quedado sin servicio. En las escuelas, la huelga tuvo menos seguimiento, en torno al 10%, según el Ministerio de la Educación Nacional. El tráfico aéreo se redujo en torno al 20%. En 1995, las huelgas y manifestaciones contra una reforma similar duraron tres semanas y acabaron forzando al Gobierno, encabezado entonces por el primer ministro Alain Juppé, a dar marcha atrás. Es el escenario soñado por los sindicatos contrarios a la reforma, y el más temido por el Gobierno.

La primera respuesta del Gobierno francés a la movilización masiva del jueves podría consistir en acelerar el calendario para presentar el proyecto. Una paradoja es que todas las protestas se dirigen a una reforma cuyo contenido exacto nadie conoce, precisamente porque la intención de Macron era elaborarla en diálogo con los sindicatos y la patronal. Pero la estrategia se le ha vuelto en contra. El lunes el ministro encargado de la reforma, Jean-Paul Delevoye, recibirá a los sindicatos. Después de que Philippe desvele el miércoles los detalles de la ley, la idea es presentarla al Parlamento a partir de enero.

Entre las concesiones posibles, figura dejar para más adelante las medidas de ahorro para reducir el déficit del sistema. Otra concesión implicaría aplazar la entrada en vigor de la ley, prevista inicialmente para 2025. En vez de aplicarse para los nacidos en 1963 solo se verían afectadas las generaciones nacidas a partir de 1973, o una fecha parecida. El Gobierno también contempla fases de transición adaptadas para los trabajadores que disfrutan hoy de los llamados “regímenes especiales”, que permiten jubilaciones anticipadas con beneficios elevados. Y algunas de estas profesiones, como la de policía o militar, sometidas a una peligrosidad elevada, no perderían sus beneficios. Los profesores de educación primaria y secundaria deberían recibir una compensación por la rebaja de sus pensiones en forma de aumentos de salario.

Estos días Macron ha dejado claro que ni se plantea imitar a Juppé en 1995 y renunciar a su proyecto, pero está dispuesto a escuchar. “No puedo ser candidato en [las elecciones presidenciales de] 2022 si no hago la madre de todas las reformas”, ha dicho a su círculo más cercano, según el diario Le Figaro.

Fuente: El Pais