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Juan Luis Ossa, historiador, y la nueva Constitución: “Se puede votar que sí sin que eso signifique una hoja en blanco”

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“Hay una larga tradición constitucional que nos da muchos ejemplos para no comenzar de cero… No hay que empezar a inventar la rueda”, dice el historiador, quién publicará en abril su libro “Chile Constitucional”. Afirma que independiente de la opción que gane en el plebiscito de abril, «es inevitable» que ocurra un cambio a la Carta Magna.

A tres meses del plebiscito del 26 de abril, la encuesta CEP de ayer mostró a una ciudadanía enojada y desconfiada, y a la política e instituciones pobremente evaluadas.

Los partidos “tienen que existir, pero de manera que la ciudadanía los vea como entes legítimos y hoy eso no es así, pues no han estado a la altura de representar a la ciudadanía”, dice Juan Luis Ossa (37), doctorado en historia moderna en la Universidad de Oxford e investigador del Centro de Estudios de Historia Política de la Universidad Adolfo Ibáñez.

Ossa -parte de la nueva generación intelectual de la centroderecha- analiza cuáles son los desafíos del sector ante el proceso constituyente que se abrió el pasado 15 de noviembre. Aunque se declara a favor de crear una nueva Constitución, el historiador concuerda en parte con el argumento esgrimido por parte de la dirigencia de Chile Vamos, en el sentido de que la violencia puede enrarecer el proceso. “Me parece que si los niveles de violencia continúan, ya sea por parte de Carabineros como de grupos armados que no tienen un líder específico con el que negociar, la legitimidad del plebiscito y el proceso constituyente puede verse cuestionada”, dice.

Gran parte de la derecha comparte el discurso de rechazo a la violencia y algunos argumentan con esto para frenar el proceso constituyente. ¿Se puede deslegitimar el proceso?
Estoy a favor del proceso constituyente, fue un acuerdo tomado por nuestros representantes, es legítimo y por lo tanto hay que seguir adelante con él. Pero al mismo tiempo que uno puede estar de acuerdo con el proceso constituyente también tiene que ponerle ojo a la segunda parte del acuerdo, que es que esto tiene que ser mediante la paz y la seguridad social. Me parece que si los niveles de violencia continúan, ya sea por parte de Carabineros como de grupos armados que no tienen un líder específico con el que negociar, la legitimidad del plebiscito y el proceso constituyente puede verse cuestionada.

Varias constituciones en Chile han emergido en tiempo de crisis. ¿Es eso justificación suficiente para decir que tendría un vicio de origen?
Bueno, sin duda van a haber sectores que consideren eso (que está viciada en su origen) y lo único que necesita este proceso es legitimidad, es lo único verdaderamente importante. La gente que está por un rechazo va a argumentar que va a ser ilegítimo porque se dio en condiciones extraordinariamente violentas. Para evitar esta crítica es necesario que todas las fuerzas políticas representadas en el acuerdo de noviembre salgan a condenar la violencia sin tapujos.

¿Cómo se puede salvar eso? ¿El gobierno tiene una responsabilidad específica?
Por supuesto, todas las fuerzas políticas tienen una responsabilidad, partiendo por condenar la violencia. Segundo, defender que el pacto que se firmó es legítimo porque representa a las fuerzas democráticas. Tercero, el gobierno tiene un rol central en mantener el orden, obviamente sin violar los derechos humanos. Y por último la sociedad en su totalidad tiene la responsabilidad de defender el proceso constituyente. Si no queremos estar empantanados en la discusión sobre la legitimidad por los próximos cincuenta años, la única forma es que el proceso del plebiscito sea lo más limpio y libre posible. Con limpio me refiero a no violento, que la gente pueda acceder a las urnas sin problema, que los militares que estén a cargo no se salgan de sus responsabilidades, etc.

¿Estás por el apruebo o por el rechazo hoy?
Estoy a favor de una nueva Constitución, del proceso constituyente y del pacto que se firmó en noviembre. Otra cosa es lo que debería tener una nueva Constitución y en mi caso personal no creo en una hoja en blanco. Hay una larga tradición constitucional que nos da muchos ejemplos para no comenzar de cero. Mi razonamiento es que se puede votar que sí sin que eso signifique empezar de nuevo. No hay que empezar a inventar la rueda. Hay -de hecho- artículos de la Constitución del 80’ que yo mantendría sin lugar a dudas. Entre ellos, la autonomía del Banco Central, la segunda vuelta presidencial, le dan a la democracia representativa una institucionalidad muy fuerte que no deberíamos echar a la basura. En una columna que escribí, de hecho, decía que cuando nos sentemos a redactar la Constitución más vale que vayamos con un lápiz no tan afilado y una hoja no tan en blanco.

Las encuestas muestran un mayoritario apoyo al apruebo. ¿Es un suicidio político para la derecha el abrazarse tempranamente al rechazo?
No, no creo que nada sea un suicidio político. Yo no lo haría, creo que va a ser más difícil subirse al apruebo si has hecho campaña tan fuertemente por el rechazo. Si las encuestas están en lo correcto, me parece más inteligente políticamente subirse al apruebo y acto seguido decir apruebo pero sin hoja en blanco. Creo que esta estrategia política es más factible de utilizar antes del plebiscito porque si no, estás gastando tiempo y sobre todo planteando frente a la ciudadanía que en realidad no quieres un cambio constitucional y hay una carga simbólica tan grande sobre la Constitución del 80’ que me parece un error, a esta altura, seguir empantanado en la discusión del símbolo y no ir hacia un proceso que nos lleve a hacer una constitución democrática que nos sirva para los próximos cincuenta años.

¿Redefinirá esta crisis y el proceso constituyente a la derecha e izquierda?
Es muy probable que esto ocurra. Me parece que los partidos siguen jugando un rol demasiado importante en la arquitectura del régimen representativo y que por muy mal evaluados que estén, los demócratas tenemos que hacer un esfuerzo en volver a reforzarlos, con mayor transparencia, marginando a los corruptos y autoritarios, etc. Me parece de todas formas que va a haber una redefinición mundial de hecho, de lo que es la izquierda o derecha. Nos vamos a topar con posturas de derecha que no eran tan comunes quizá se hagan más comunes ahora, como por ejemplo las personas que van a votar apruebo y no lo hubieran hecho hace 10 años.

“Lo que Piñera necesita es hacer política”

Piñera tuvo 6% de aprobación en la encuesta CEP. ¿Qué hace con esta evaluación para los dos años altamente políticos que vienen, especialmente el tema de un proceso constitucional?
Lo que él necesita ahora más que nunca es hacer política. Esto se soluciona con más política, no menos. No digo que figurando, sino con más participación en el Congreso de parte de sus ministros. Ser prescindente no significa ser anodino y ver cómo pasan las cosas. Se puede ser prescindente y a la vez garante del proceso sin por eso alejarse por completo del debate político constitucional. Al final lo más probable es que, si hay nueva Constitución, tenga su firma y, si no alcanzara, queda clarísimo que fue bajo su gobierno el proceso y por lo tanto no puede hacerse el desentendido.

¿Cuál sería el mayor desafío de la derecha en el debate constitucional?
Yo creo que el principal desafío es no tenerle miedo al proceso constituyente. La forma de hacerlo es no solamente condenando la violencia, cosa que tiene que hacer, sino ver esto como una oportunidad de hacer política. Una oportunidad de entender que la política importa y se tiene que hacer a través de procesos de negociación, prácticas electorales y en definitiva cuando las circunstancias lo ameritan sentándose a discutir sobre una nueva Constitución. Esto no el fin del mundo, es una oportunidad que puede hacer de la derecha una mucho más democrática y abierta a la participación.

Si el 26 de abril se lleva a cabo el proceso y gana el rechazo a una Nueva Constitución. ¿Es posible un escenario sin una reforma a la Constitución? 
Es inevitable que ese cambio ocurra. Las reformas que se introdujeron a la Constitución del 80’, así como si se hiciera una nueva Constitución, tienen que fijarse en el sistema político, no necesariamente en el sistema social. Las constituciones, al menos las que creo son las mejores, deben ser mínimas y fijar marcos generales; no tienen por objetivo fijar derechos sociales que luego son muy difíciles de cumplir. Si se hiciera una reforma porque gana el rechazo, tendría que ir por el lado político, acompañada de una agenda social fuerte producida por el Legislativo. Los derechos sociales son leyes especiales, que el legislador tiene que negociar y publicar, pero no necesariamente tienen que darse en una Constitución.

¿La derecha tiene internalizado este cambio “inminente”?
No, no creo. Pero es muy difícil hablar de la derecha. ¿Es José Antonio Kast, Allamand, Briones…?

 

Fuente: La Tercera