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«El populismo no es imbatible»

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Emmanuel Macron, head of the political movement En Marche !, or Onwards !, and candidate for the 2017 French presidential election, delivers a speech during a campaign political rally at the AccorHotels Arena in Paris, France, April 17, 2017. REUTERS/Christian Hartmann - RTS12O17

Por Cristóbal Bellolio

El centro político nunca ha sido muy sexy. Son las posiciones extremas las que encienden pasiones. Sin embargo, en Francia, todo indica que el próximo presidente será un orgulloso centrista. Emmanuel Macron lideró las preferencias de primera vuelta (23%) con un discurso que apeló a los valores liberales europeístas y pro-globalización. En segundo lugar llegó Marine Le Pen (21%) del ultraderechista Frente Nacional, que justamente tiene entre sus objetivos sacar a Francia de la Unión Europea y blindar al país de la inmigración.

Macron –ex ministro de Economía- se presentó como el único capaz de detener el avance del populismo. Tiene la elección en el bolsillo. Varios candidatos perdedores ya le han dado su apoyo para el ballotage. Le Pen, en cambio, no tiene mucho espacio para crecer. Es la maldición que ya le ocurrió a su padre Jean-Marie, que al pasar a segunda vuelta en 2002 motivó a la inmensa mayoría de los franceses a votar por Chirac. Todo con tal de preservar la república, dijeron entonces. La narrativa de hoy es similar: todos contra Le Pen.

La tendencia Brexit-Trump parece haber perdido tracción en el 2017. En marzo recién pasado, el partido del ultraderechista Geert Wilders perdió las elecciones holandesas con una narrativa de tintes xenófobos e islamófobos. Contra las expectativas, ganó por lejos la derecha liberal de Mark Rutte. También en Francia se pensó mucho tiempo que Marine Le Pen obtendría la primera mayoría. No fue el caso.

Por esfuerzo no se quedó. El partido de Le Pen tiene mala fama. Ella intentó suavizar algunos de los elementos más tóxicos del legado del viejo Jean-Marie. Así por ejemplo, Marine decidió abandonar el integrismo moralista para conquistar a un electorado más joven y progresista. Se concentró en la idea de proteger a Francia de las inclemencias del mundo. El corazón del debate fue Europa.

Para el oficialismo, fue una debacle. El candidato del socialismo francés -Benoît Hamon- obtuvo apenas un 7% de los votos. Le fue bastante mejor al candidato de la izquierda rupturista, Jean-Luc Mélenchon, que consiguió un 19%. Mélenchon fue comparado con Bernie Sanders y relacionado con el Podemos español. En ese sentido, el mensaje es claro: hay una nueva izquierda en el vecindario, más radical en su prédica anticapitalista. Por su parte, la derecha tradicional –representada por François Fillon- llegó apenas tercera (19%). El veterano y pro-católico Fillon se vio contaminado por acusaciones de nepotismo que nunca pudo del todo despejar.

Así las cosas, los dos actores históricos de la política francesa quedan fuera de carrera. Tal como en 2002, no llega a la final ningún representante de izquierda –en un país que se suele considerar mitocondrialmente socialista. Será centro liberal versus derecha nacionalista, con Macron llevando todas las de ganar.